Como la generosidad de un hombre salvó del desamparo a tres huérfanos. 

¿Alguno de ustedes ha sentido que su vida se hunde en un hoyo profundo y sin fondo? 

Esa sensación sentí en el momento que mi madre murió y antes de su muerte me llamó y me dijo "cuando me muera no dejes que a ti y tus hermanos los separen como perritos" en el momento de su muerte vi a mis dos hermanos mas pequeños que me miraban con sus cartas tristes como buscando refugio. Yo tenia 10 años 

Y ellos 7 y 5. 

Vivíamos en lo que ahora se llama condominio horizontal, cerca de las dos hermanas de mi madre; mi padre, mis hermanos y yo seguimos viviendo en nuestra casa, y yo me convertí en la pequeña ama de casa y en la mamá de mis hermanos. 

Un día mi padre ya no volvió a la casa, y nos enteramos de que se había vuelto a casar con una persona con la que ya tenía una relación de tiempo atrás. 

Finalmente nos abandonó por consejo de su esposa. 

Yo conseguí que el esposo de una de las hermanas de mi madre con una gran generosidad nos adoptara a los tres como mi madre me lo había pedido. 

Y en ese momento mi vida cambió para siempre porque mi padre biológico me decía "las mujeres no necesitan estudiar después de la primaria". 

En cambio, mi nuevo padre me motivó a superarme, me enseñó el respeto a la naturaleza, a cuidarla a amarla, me enseñó el hábito de la lectura que me ha acompañado toda mi vida, me enseñó a apreciar la música, el buen vino, la poesía, el amor al trabajo, la honestidad, la amistad y sería interminable la lista de todo lo que tengo que agradecerle a ese Ser llamado Manuel Fernández. 

Me dio la oportunidad de ir a la Universidad y obtener el título de Médico Veterinario Zootecnista. 

Esta pequeña historia es un homenaje de agradecimiento para ese hombre. 

Un artículo escrito por Lourdes Mendoza.